miércoles, 5 de enero de 2011


-¿Un bárbaro?-preguntó señalando.
El hombre en cuestión era claramente un bárbaro.Llevaba pantalones de cuero y pelo largo y mugriento recogido en trenzas,y una chaqueta de cuero decorada con profusión de colores,y también llevaba oro.La chaqueta tenía varios adornos de oro y mostraba sitios de donde se había arrancado otros aretes.Llevaba un pendiente en la oreja.Y una gorra en la cabeza como un tracio.
Y apestaba a orina y vómito y a sudor rancio.Estaban casi encima de él.No dormía,tenía los ojos abiertos y la mirada perdida.
Calco le miró con profundo desprecio.
-Un escita.Gentuza.Feos y apestosos bárbaros,nadie es capaz de hablar su idioma,y ni siquiera sirven como esclavos.
Pensaba que eran peligrosos.
Kineas miró al borracho con interés.Se figuró que en Olbia habría un montón de escitas,nacidos para cabalgar,un enemigo peligroso.Aquel no tenía pinta de guerrero.
-No creas.No aguantan el vino,no saben hablar,en realidad ni siquiera caminar.Apenas son humanos.Nunca he visto uno sobrio.
Calco siguió caminando y kineas fue tras él,si bien es cierto que a regañadientes.Quería observar al bárbaro con más detenimiento,pero Calco no demostró el menor interés.Kineas volvió la vista atrás y vio que el borracho se estaba poniendo de pie con torpeza.entonces volvió a caerse,Kineas siguió a Calco,doblaron la esquina y perdió de vista al escita.
Durante el simposio se enteró de muchas cosas de los escitas,porque siendo el invitado de honor tuvo ocasión de introducir el tema.El vino corría;las consabidas flautistas y los platos de pescado se fueron sucediendo según protocolo al uso,y luego los hombres mayores se acomodaron en sus divanes de modo que los jovenes pudieran deleitarse con las flautistas más amorosas con cierto grado de intimidad.
Al fijarse en una chica de ojos negros,Kineas sintió una punzada de rabia porque ya se le considerase los bastante mayor como para conversar,pero arrimó su diván a una columna y propuso que le hablaran de los escitas de las llanuras del norte.
Isocles cogió la jarra de vino que le ofrecía un esclavo y miró a Kineas.
-¿No estarás sugiriendo que bebamos a la manera escita?¿vino sin aguar?
Los jóvenes gritaron a favor de la idea,pero prevalecieron los mayores,y el vino se mezcló con una sobria proporción de dos partes de agua por una de vino.Mientras Calco mezclaba el vino,Isocles se mostró pensativo.
-Son bárbaros por supuesto.Muy fuertes,viven a lomos de sus caballos.Herodoto tiene mucho que contar sobre ellos.Tengo una copia en mi casa si te apetece leerlo.
-Sería un honor-dijo Kineas-Leíamos a Herodoto cuando éramos niños,pero entonces no sabíamos que acabaría aquí arriba.
-Lo más llamativo de ellos es que no le tienen miedo a nada.
Dicen que son el único pueblo libre de la tierra,y que todos los demás somos esclavos.
Calco resopló con sorna.
-Como si alguien pudiera tomarnos por esclavos.
Isocles,uno de los pocos hombres que parecía dispuesto a arriesgarse a contrariar a Calco,se encogió de hombros.
-Niégalo si quieres.Anarquises...¿Te dice algo ese nombre?
Kineas se sintió como si estuviera de nuevo en la escuela,sentado a la sombra de un árbol y siendo interrogado sobre su lectura.
-Amigo de Solón...un filósofo-dijo.
-Un filósofo escita-dijo Filocles desde el fondo de la sala-.Un hombre muy llanote a la hora de expresar sus ideas.
Un murmullo de risas honró su juego de palabras.
-Justamente.-Isocles asintió mirando a Filocles-.Le dijo a Solón que los atenienses eran esclavos de su ciudad,esclavos de las murallas de la acrópolis.
-Tonterías-dijo Calco.Comenzó a pasar copas de vino al corro de divanes.
-No,no,nada de tonterías,si se me permite decirlo.-Filocles se apoyaba en los codos,el pelo largo le enmarcaba el rostro-.Quería decir que los griegos eran esclavos de su noción de la seguridad,que muestra incesante necesidad de protegernos nos priva de la misma libertad de la que tan a menudo parloteamos.
Isocles asintió.
Bien hablado.
Calco sacudió la cabeza con vehemencia.
-Que soberana estupidez.Los esclavos ni siquiera saben portar armas;no tienen nada que defender ni son capaces de defender nada.
Filocles hizo una seña al mayordomo que había traído el servicio de vino.
-Dime una cosa-le dijo-.¿Cuanto tienes ahorrado?
El esclavo era de mediana edad.Se quedó paralizado al verse señalado.
-Contéstale-dijo Isocles sonriendo.
-No lo sé exactamente.¿cien lechuzas?¿señores?
Filocles le indicó que se retirara
-Justo a lo que iba.Yo acabo de perder cuanto poseía a manos de Poseidón.No tengo ni una lechuza,y este cuenco de vino,obsequio de mi estimado anfitrión ,será una vez en mi gaznate,la suma total de mi tesoro.-Se lo bebió-ahora soy todo lo rico que voy a ser durante algún tiempo.
No tengo 100 lechuzas,este esclavo si.¿puedo arrebatárselas?
-No.
Filocles alzó su copa vacía.
-No.De hecho me impedirías que se la quitara.Así pues, parece que este esclavo tiene una propiedad y puede defenderla.Y lo mismo diría Anarquises de nosotros.De hecho,diría que somos esclavos del mismo acto de tener posesiones.
Kineas tomó un sorbo de vino.
-¿Por qué son tan libres los escitas,entonces?
Isocles se limpió la boca.
-Caballos y llanuras infinitas.No es tanto que defiendan su territorio como que vagan por él.Cuando el gran rey intentó hacerles la guerra,se esfumaron delante de sus narices.Nunca le presentaron batalla.Se negaron a defender nada porque no tenían nada que defender.Al final,fue totalmente vencido.
DEL LIBRO "TIRANO",de Christian Cameron

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