lunes, 20 de septiembre de 2010


EL NIVEL DE INCOMPETENCIA EN EL ARTE MILITAR La incompetencia mueve al mundo. El arte militar no iba a ser una
excepción. Así, por ejemplo, creemos que el raid aéreo más
desafortunado fué llevado a cabo en unas maniobras realizadas con
ocasión de la "Semana de las Fuerzas Aéreas", en 1975, cerca de Lima
en Perú. El Cuerpo Diplomático y los agregados miltares de las
Embajadas habían sido invitados.Treinta modernos aparatos de caza de
la aviación peruana tomaron parte en un ataque demostrativo contra
catorce viejos barcos de pesca. Esos desvencijados buques fueron
conducidos a unos kilómetros de la costa peruana y abandonados como
dianas. Entonces, la impresionante fuerza aérea sobrevoló los
abandonados armatostes flotantes, arracimados en un cuadrado de un
kilómetro y medio de lado, bombardeándolos, ametrallándolos, a alta,
media y baja altura durante treinta y cinco minutos. Ante la sorpresa del
publico que contemplaba la exhibición, tras disiparse las nubes de
humo, agua y vapor producidas por las explosiones, pudo comprobarse
que no había sido hundido ni un sólo barco (9).
Un caso no tan curioso pero sí sorprendente se produjo el 7 de agosto
de 1979, cuando un avión a reacción de las Fuerzas Aéreas españolas se
derribo a sí mismo cuando los proyectiles disparados por su
ametralladora rebotaron contra los peñascos de una colina que servía de
diana. El piloto, por fortuna, pudo salvarse. (10).
Pero la más desafortunada práctica de tiro debe atribuirse, creemos, al
destructor británico "H.M.S. Saintes" que, en unos ejercicios de
entrenamiento cerca de Porstmouth, en 1947. recibió la orden de
disparar contra un blanco arrastrado por el remolcador "Buccaneer" que
se encontraba al extremo de los cables de arrastre, a unos ochenta
metros del blanco. El "Saintes" estaba a unos ciento cincuenta metros.
Disparó una granada que marró el blanco por unos ochenta metros, y
hundió el remolcador. (11)
El "H.M.S. Endurance", un rompe-hielos de 3.600 toneladas de, la Marina
Británica alcanzó, por mediación de su cañonero, su nivel de
incompetencia al lograr la más desafortunada salva de saludo que
conoce la historia naval. En efecto, al llegar a Cape Town el yate
"Adventurer", representando a Inglaterra en la carrera de veleros
alrededor del mundo, fue saludado por el "Endurance" con una salva de
nueve cañonazos. Pero el sexto destrozó todo el velamen y la tripulación
del "Adventurer" perdió un día entero cosiendo la vela. El tiempo perdido
le costó la pérdida del primer puesto.
La incompetencia es general. Consustancial con el bípedo vertical,
mamífero e implume. No escapan a ella, en última instancia, ni los
reputados como particularmente eficientes. Todos hemos oído hablar de
la eficiencia alemana. Existe. Es evidente. Pero...
El 22 de febrero de 1940, un bombardero de la Luftwaffe, que volaba
cerca de Borkum, avistó a dos destructores. En lo que los cronistas
aliadófilos denominarían "ejemplo de la barbarie de los Hunos"
ametralló, bombardeó y averió seriamente a los navíos.
Raramente ha causado tantos daños un sólo aeroplano. Los dos
destructores, el Lebrecht Maass" y el "Max Schultz" pertenecían a la
"Kriegsmarine" (12).
En cuanto al menos afortunado de los buques de guerra creemos debe
ser el "H.M.S. Trinidad". Es un caso curioso. Se ha dicho que en tiempo
de guerra el auto-sacrificio es la virtud capital. Nuevas cumbres se
alcanzaron, a este respecto, en 1941, cuando el citado "Trinidad" disparó
un torpedo contra un destructor alemán. A pesar de que llevaban mucho
tiempo sirviendo en el Océano Artico, el mando del navío británico
olvidó completamente los efectos del agua helada sobre el mecanismo
de dirección del torpedo. La tripulación del "Trinidad" contempló como
su torpedo se dirigía, a cuarenta nudos por hora, hacia su blanco, y
lentamente empezó a darse cuenta de que aquél cambiaba gradualmente
su dirección para empezar a seguir un curso curvilíneo. En menos de un
minuto ya seguía una ruta semicircular hacia la senda del "Trinidad".
Haciendo una verdadera exhibición de precisión, el torpedo alcanzó al
barco a la altura de la sala de máquinas y dejó al "H.M.S. Trinidad" fuera
de combate por el resto de la guerra" (13).
Uno de los episodios más divertidos de la guerra naval se produjo con
ocasión de la llamada "Guerra del Salitre", entre Chile y Perú. El buque
insignia de la Flota Chilena iba mandado por el Almirante Puig. El de la
Flota Peruana, por el Almirante Puig. Ambos catalanes, como los
apellidos indican indudablemente. Ambos navíos estaban construidos
con planchas de madera.Un sólo cañonazo hundiría irremisiblemente a
aquéllos inútiles trastos. Puig y Prat llegaron a un rápido acuerdo con
las banderas de señales. Dispararían al agua, y luego se irían, cada uno
por su lado. Así se hizo. El hecho de regresar indemnes fué considerado
una gran victoria. De lo que se deduce que la victoria no tiene por qué
ser exclusivista.

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