domingo, 22 de agosto de 2010


Iván IV Vasílievich ha pasado a la historia con el apodo de “el Terrible“, sobrenombre que se ganó a pulso por sus acciones llenas de crueldad en muchos casos más propias de un psicópata que de un gobernante.


Iván IV fue el primero de los grandes príncipes rusos en hacerse llamar oficialmente «zar de todas las Rusias» en el siglo XVI. El comienzo de su vida no fue lo que se dice fácil al ser coronado con sólo tres años y ver cómo cinco años más tarde los boyardos, grupo nobiliario, envenenaron a su madre la regente. Éste fue el comienzo de su odio hacia ellos y de sus primeros desvaríos que se mostraron en las torturas a animales (disfrutaba arrojando perros desde las torres) y en el secuestro y asesinato de un príncipe boyardo que arrojó a una jauría de perros para que lo devorasen vivo.

La muerte de su primera esposa (tuvo seis) desató del todo su vena fanática y psicópata. Veía peligros por todas partes e inició una arbitraria represión que causó la muerte de miles de personas. Torturas, empalamientos, decapitaciones acompañaron al zar que extendió la costumbre de asesinar a sus novias y amantes cuando se cansaba de ellas y que en un acceso de ira mató a su hijo preferido (el zarevich) de un bastonazo.



Con la edad su psicosis aumentaba y combinaba la ira con los remordimientos, períodos en los que se encerraba y exigía que le infligiesen torturas. Según los estudiosos este comportamiento psicópata pudo estar provocado por el tratamiento de la sífilis con mercurio. Nunca sabremos si esto fue o no el motivo pero la verdad es que ha pasado a la historia por sus atrocidades más que por su política y sus conquistas.

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